diumenge, 6 de febrer del 2011

Egipto y la democracia islámica

A quienes recurren a la islamofobia para no reconocer las revoluciones democráticas del mundo árabe, quiero recordarles una obviedad a menudo olvidada: el islam y la democracia son compatibles, como lo prueban los 310 millones de musulmanes en el mundo que se organizan en sistemas democráticos. La democracia cristiana, en los gobiernos de Alemania o Catalunya, es tan legítima como la democracia musulmana que hay en Turquía o Indonesia. Los opositores Hermanos Musulmanes de Egipto y el Ennahda de Túnez hace décadas que luchan contra la dictadura y el terrorismo, de cualquier signo.

Que la democracia no se puede exportar con cazabombarderos, ni en Afganistán ni en Irak, ni en ningún lugar. Y que la paz entre los pueblos se construye entre pueblos libres, jamás con dictadores sostenidos por la UE, Israel y Estados Unidos.

Nadie podrá robar a los egipcios y tunecinos su revolución democrática, porque se la han ganado a pulso sin esperar a que el dictador muera en la cama. Que ningún mensajero del miedo -de ésos que esconden interesses pueriles e inconfesables- nos robe a nostros la esperanza en lograr un mundo en paz.